La biografía de san Juan Bosco es muy simple y muy
compleja. Muy simple porque puede reducirse a una frase: "El hombre que consagró su
vida a los jóvenes". Y muy complicada porque ha necesitado veinte tomos de muchas
páginas, lo suficientemente difíciles para reducirlas a unas pocas. Hagamos un esfuerzo.
El sueño de los nueve años
Juan Bosco nace en I Becchi, un
caserío de Castelnuovo de Asti, del Piamonte italiano, el 16 de agosto de 1815. Huérfano
de padre a los dos años, tiene la suerte de una madre santa, mamá Margarita, que lo
educa con ternura y fortaleza. Juan es el pequeño de tres hermanos varones. Tiene una
inteligencia despierta, una imaginación viva y una gran fuerza de voluntad. Es el jefe de
sus compañeros, a los que les repite los sermones del cura y los divierte con juegos y
cuentos. El mismo hará de funambulista, cuidará las vacas y clavará sus ojos en los
libros, pues se le ha metido en la cabeza que quiere ser sacerdote. A los nueve años
tiene un sueño que marca su vida. Se halla entre una muchedumbre de chiquillos que ríen,
juegan y blasfeman. Juan pretende hacerlos callar a puñetazos.
Aparece un personaje que le llama por su nombre y le dice: "No con
golpes, sino con dulzura, con amor". También aparece la Señora. Lo toma de la mano
y le hace ver el extraño ganado de cabritos, perros, gatos, osos y otros animales
feroces. "He aquí tu campo -le dice-. Hazte humilde, fuerte y robusto".
Enseguida aquellas fieras se van transformando en mansos corderillos que hacen fiesta en
torno al Señor* y a la Señora**.
Juanito rompe a llorar. No entiende de qué se trata. La Señora pone
la mano en la cabeza del muchacho y le dice: "A su debido tiempo lo entenderás
todo". Y despierta.
En breves rasgos vemos: su vocación (lo llamó por su nombre), su
misión ("He aquí tu campo"), su estilo ("No con golpes"), su Maestra
(la Señora). "Quizás un día llegarás a ser sacerdote", adivina mamá
Margarita. Don Bosco será un soñador, un vidente al estilo de los profetas bíblicos.
Pero, a pesar de sus dificultades, sabrá llevar los sueños a la realidad.
* Jesús.
** María Auxiliadora.
"Mi vida será para los jóvenes"
Juanito Bosco es un crío de pocos
años. Un día se encuentra por la calle al sacerdote. Sale corriendo a saludarlo, a
charlar con él. El cura no le hace caso: tiene muchas cosas que hacer. El chiquillo se
desahoga con su madre.
- No me ha hecho caso el señor cura.
- Hijo, es que está muy ocupado.
- Pero los niños también somos personas que debe cuidar.
Y el pequeño confiesa con voz profética: "Si un día llego a ser
sacerdote, dedicaré toda mi vida a los jóvenes". Y cuando Juan dice una palabra, la
cumple.
Dificultades en su camino
Para ser sacerdote tiene que estudiar.
Pero los pobres no tienen medios. Además, su hermanastro, Antonio, se le opone
radicalmente: "Yo no he estudiado -le dice- y mira lo fuerte que estoy". Rápido
en reflejos, Juan le contesta: "Tampoco ha estudiado el burro de casa y está más
fuerte que tú". Esta oposición le obliga a salir de su casa natal de I Becchi.
En la ciudad de Chieri trabaja y estudia: hace de camarero, de sastre,
herrero y carpintero. Da clases a alumnos atrasados. Todo le servirá para la fundación
de los primeros talleres de artes y oficios para los aprendices.
Hace el bachillerato y funda la "Sociedad de la Alegría" con
un grupo de jóvenes compañeros de clase. Ahí está la raiz de uno de sus grandes
principios: "Santidad es alegría". El saltimbanqui famoso de I Becchi desafía
a titiriteros y charlatanes para ganar a sus amigos.
Recibe la ordenación sacerdotal el 5 de junio de 1841, a los
veintiséis años. Mamá Margarita le dice unas palabras inolvidables: "Comenzar a
decir misa es comenzar a sufrir".
El oratorio festivo
8 de diciembre de 1841. Don Bosco va a
celebrar la Eucaristía en la iglesia de San Francisco, de Turín. El sacristán encuentra
a un pobre chaval en la sacristía y le manda ayudar a misa. No sabe de qué se trata.
- Entonces, ¿qué haces aquí?
De malas maneras, el sacristán echa al joven a la calle, a gritos y
escobazos. Interviene Don Bosco:
- ¿Qué hace usted? ¿Por qué le pega? ¿No sabe que es un
amigo mío? Llámelo enseguida: tengo que hablar con él.
El muchacho vuelve cabizbajo y temeroso. Lleva la cabeza rapada y la
chaquetilla sucia de cal. Es un huérfano inmigrante. Terminada la misa, Don Bosco entabla
un diálogo. Le pregunta por su nombre, por su oficio, por su familia, por su edad. Le
pregunta si sabe cantar. No, no sabe nada. Y luego, la pregunta clave: "¿Sabes
silbar?" El chaval se echa a reír. Tiene dieciséis años y no ha hecho la primera
comunión. No se atreve a ir al catecismo porque es un grandulón entre los pequeños, que
le toman el pelo. Y Don Bosco se ofrece a darle la primera lección de catequesis.
Empiezan con un Ave María.
Al domingo siguiente eran nueve. Luego...
Así empezó Don Bosco su obra, con una catequesis. Después vendrán
el Oratorio Festivo y los centros juveniles y los colegios y los internados y las escuelas
profesionales y las residencias y las misiones. Una obra que crece como el grano de
mostaza en los cinco continentes.
Don Bosco en cuatro tiempos
Cuatro grandes etapas marcan el proceso
creador de Don Bosco:
- De 1841 a 1848. Es la etapa de los inicios de su apostolado juvenil.
- De 1848 a 1857. Período difícil en la política de Italia. Comienza
con sus escuelas profesionales.
- De 1857 a 1875. Época de la fundación de los Salesianos. Construye
la basílica de María Auxiliadora.
- De 1875 a 1888. Época de expansión por Italia, Europa y América.
Funda los Cooperadores Salesianos.
El santo de los jóvenes
A su muerte, los Salesianos eran 733, en
seis inspectorías o provincias, y 57 casas. Las Salesianas eran 390, 40 casas y 5
naciones. Los Cooperadores eran más de 80.000. Don Bosco tenía la gracia de hacer con
sencillez de prestidigitador las cosas más difíciles, hasta los milagros. Eran muchos
los que decían que no podía ser santo porque era un "furbo" (un tunante). Pero
ha sido llamado "un hombre de leyenda" (Víctor Hugo), "la maravilla de su
siglo" (Urbano Ratazzi), "la unión con Dios" (cardenal Alimonda), "el
Santo de los jóvenes" (Pío XI).
Murió el 31 de enero de 1888. Fue beatificado (1929) y canonizado
(1934) por Pío XI el día de Pascua del Año Santo de la Redención. Hoy lo llamamos,
sencillamente, Don Bosco, como si viviera entre nosotros. Su figura, simpática y
atrayente, ha sido una revelación del amor de Dios a los jóvenes de nuestro
tiempo.
(Por Rafael Alfaro, Salesiano, en "Boletín Salesiano" Enero 1988)